martes, 28 de diciembre de 2021
JULIETA VALERO, MITAD. VASO ROTO
LUCIDEZ Y EXIGENCIA DE LA LENGUA
No es este libro “Mitad” de
Julieta Valero, un texto donde se tenga que vadear en la hojarasca para
intentar un comentario. Muy a la inversa, hay carnalidad y una poderosa lengua
donde agarrarse. Ciertamente no es un camino amable; requiere de atención de
esfuerzo sostenido para adentrarse en el bosque y no perderse. A veces
encuentras rocas, bifurcaciones, hay que dar algún rodeo, recomenzar la
lectura, pero la recompensa está a la vuelta mostrando una forma diferente de
ver el mundo, incluso hay palabras ignotas, que se van inventando. Y, no
obstante, entre las veladuras de la lengua intuimos el daño, la violencia del
cuerpo.
[No somos de lo que queda somos / de lo perdido. / Haberlo entendido antes ]
[Todo
este niágara de violencia, de / soledad por recorrer.]
[Vamos
a necesitar mucha agua. / Queremos ir.]
[Asumo
entonces que el seísmo / de mi golpe en la mesa solo / puede esperar verdades /
como posos; ese daño, (…)]
Su poesía es una escritura sin aderezos (no los necesita), alejada de la claridad comunicativa de la emocionalidad y de lo beatíficamente positivo. Es un lenguaje a la intemperie, sin concesiones al establishment. El verso, con frecuencia en primera persona, es ágil y amétrico, con distorsión de la sintaxis, encabalgamientos abruptos, palabras elididas, finales no conclusivos, etc., que nos enfrentan a situaciones enigmáticas, paradójicas, ambivalentes, de puertas abiertas, en definitiva:
[cada uno de nosotros una comicidad]
[Qué me aterra tanto / de qué lado del
pecho / queda el afuera]
[Se firma el ras de la hija. / Sin
mano, en entrega neta, / y aún así.]
[esta frase la escribe otra / pero es
mi mano. Se tiemblan.]
Su tono es ácido, reflexivo, y escéptico, pero también hay calidez y lirismo en muchos de los poemas; en especial cuando afloran las palabras fetiche, que apantallan grandes significantes como: hija, casa, amor, pan, familia levadura, olor a niño.
[Quiere tener siete años y a la
mesa / familiar, tras la carne, amontonar migas, ]
[El entusiasmo de la niña es- el
mantel del mundo una y otra vez-vuelto a tender. (…)]
[Alguien la encuentra, frota el
moho, / me pronuncia: no soy / una lengua muerta.]
[Tajmajálico, soberbio de sí /en
el concepto y la piel./ Un amor coloquial con los astros.]
Con todo esto, este poemario se consolida como una obra original y arriesgada, donde un lenguaje indócil y poco asequible es capaz, sin embargo, de sumergirnos en la idea de ausencia, de fractura, de dolorimiento de la vida.
domingo, 26 de diciembre de 2021
domingo, 19 de diciembre de 2021
FRANCISCO CARO. EN DONDE
RESISTIMOS.
Acabo de leer el último poemario de Francisco Caro “En donde resistimos” por el que ha recibido el muy merecido Premio València. Institució Alfons El Magnánim en fechas recientes.
Es un poemario sugerente, que nos lleva de la mano por la naturaleza y sus paisajes, pero también por la nostalgia, la introspección y la reflexión sobre la vida, las relaciones, los amigos y en modo notable por lo metapoético, por la función de la poesía.
En cuanto al tono es a veces elegiaco, pero abunda más el tono reflexivo, mesurado y lírico que va impregnando de madurez y serenidad el texto. En la primera parte del libro -Conversaciones-, llaman la atención poemas como: Lo peor para ti era el amanecer, En el sur de los límites o Nocturno tras el hambre, entre otros. En la segunda parte -Días-, señalo los poemas: Igual que llega junio, Guardados por los muros o Jamás en comunión, por elegir algunos. Finalmente es de estacar el extenso y magnífico poema -Dos cómicos, de Hopper-, mi favorito.
Aquí, algunos fragmentos del poemario, para disfrute del lector.
(Lo peor para ti era el
amanecer)
entonces convocando
a los dioses que moran
en lo oscuro,
yo pronuncié tu nombre
de arenas sobre el vientre
tu centro
-ópalo y ara-
se abría entre cerezas, cereal.
***
y en juego que pretende
con un lápiz trazar,
fijar,
esa línea que cose y
delimita
la luz del sol en borde
con la sombra
(Nocturno tras el
hambre).
Un pausado crujido
-el sol ya es un
alambre inútil-
trajo la noche
***
(Dos cómicos, de Hopper).
Han esperado a que la luz se calle,
a que mueran los ruidos
hasta quedarse
huérfanos
no quedan en la sala
espectadores
ha terminado
la representación,
caminan
de la mano hacia el
borde de las tablas, se quieren
-basta ver su blancura-
dos payasos
***
sábado, 4 de diciembre de 2021
Segundo premio Zenda de poesía de otoño en Instagram
del 3 de diciembre de 2021
no
no se trata del rojo o el
amarillo
en los océanos de hojas
se trata –de águilas
calvas –de osos
__ahí rodeados
de montañas que no tienen nombre
donde los remos son
fuertes y los brazos largos
como los días __en la
cúpula del mundo
asiduamente
tenemos soledad tenemos
hambre
intercambiamos con el
alce __un trozo de corazón
vivo y latiente
la intensidad sin riesgo
no existe
en la montaña dorada
donde hileras de hombres
agotados un día treparon
–sin descanso–
con la locura-del-oro
hincada en su cerebro
pronto renaceremos limpios
por toda vecindad bayas azules
endrinas
somormujos
Marga Mayordomo