viernes, 23 de septiembre de 2022

 

#JavierMarías

MASCULINIDAD Y MAESTRÍA DE LA LENGUA

Berta Isla, de Javier Marías. Alfaguara 2017

Todavía impresionada y aturdida por la magnífica y enjundiosa prosa narrativa, desplegada a lo largo de las 559 páginas de la novela que nos ocupa: paso a poner cierto orden en estas sensaciones sobre la trama, estilo formal, tono de la misma, impresiones, etc.

La trama, reduciéndolo a pocas palabras, podríamos considerarla, como ya se ha vertido en multitud de reseñas, como un trasunto de una Odisea del siglo XX con sus protagonistas: la paciente Penélope/Berta y el intrépido Odiseo/ Nevinson. Personajes cuya convivencia, estará mediatizada por el amor, el espionaje y las separaciones, entre el Madrid y el Oxford de los años 70, y en donde la familia, la lealtad, el deber y la patria tienen un peso específico.

Formalmente, el estilo narrativo utiliza un léxico potente y amplísimo junto a multitud de recursos, que se alejan de lo convencional y lo lineal, a través de extensos diálogos y prolijos circunloquios introspectivos. En este sentido, Marías, sabedor de la importancia de la incertidumbre, la duda o la ambivalencia, ampliamente respaldadas por las voces más preclaras de la literatura y de los filósofos del lenguaje del siglo XX, no duda en aplicarlas profusamente. De ahí, que nos encontramos características (marca de la casa), como la imprevisibilidad, la digresión, la demora, el pensamiento circular (recurrente, a veces, hasta la extenuación), así como un despliegue de reflexiones, sobre la existencia y la conducta del individuo, al más claro estilo de los planteamientos de un Shakespeare, Eliot, Conrad, etc. Es innegable, ciertamente, la admiración e influencia anglosajona del autor. Otro aspecto a reseñar es el transcurso del tiempo; que, unido a los obligados silencios, funciona a modo de gran trampantojo, que permite soslayar una mayor concreción de los hechos en el tema argumental, que adolece en algunos momentos de inconsistencia y verosimilitud. Respecto a la voces, existen dos voces narrativas: una en primera persona y otra en tercera, correspondientes a Berta Isla y al narrador. Es, sobre todo, a través del decir de la primera como sabemos o construimos al protagonista masculino.  En cualquier caso, es significativa la confluencia de ambas voces en girar, en torno a Tomás Nevinson; como si solo de un protagonista se tratase, quedando el de ella más desdibujado, o como una especie de negativo fotográfico del esposo:

Tras tanto tiempo separados, tampoco estaba dispuesta a que me viera con otra cosa que no fueran falda y zapatos de tacón: a él le gustaba yo así, sobre todo así, aunque no sólo.                                       

Yo tenía la sensación de que buscaba cansarse o descargar tensión más que otra cosa, de que lo mismo le habría valido yo que cualquier otra mujer que hubiera acertado estar allí, sólo que, claro, era yo la que por fortuna estaba allí…

Una semana después de aquella tarde… Tom Nevinson hizo una de sus incursiones en Waterfield’s, la librería de viejo de varios pisos… Janet recibía con agrado las visitas de Tomás, coronadas unas horas más tarde por efusiones un poco maquinales y utilitarias…

Otro rasgo, ya aludido tangencialmente, es el uso de la intertextualidad y el culturalismo a través de las referencias mencionadas de ciertos autores clásicos y otros modernos. Esto, junto a las incursiones del propio autor en el texto, se asemeja con las tendencias más actuales del lenguaje poético. Finalmente, hacer alusión a los incisos, tan hábilmente manejados, que interrumpen el discurso y lo fragmentan a la vez que lo enriquecen. Para ello se introducen oraciones subordinadas, disyuntivas, etc., también santo y seña de novelas precedentes.

En cuanto al tono en que se escribe,  es un tono contundente y desinhibido, donde se trasluce un dejo de aspereza, de reciedumbre, de escepticismo, de hierática frialdad de ciertos personajes, así como de una visión crítica del mundo y la sociedad. Asimismo, y aun conscientes del momento histórico y mentalidad de los años 70 del relato, llama la atención ese decir, un poco a “lo hombre”, que impregna todo el libro, y que se hace, si cabe, más patente en las descripciones sobre la fugacidad del sexo, las sustantivación reiterada de la “urgencia”, el tratamiento cuasi séptico/quirúrgico, cortante y frío, a modo de hachazo o tajo limpio. Es como si se tratara habitualmente de un sexo unilateral y de urgencia, ante la pasividad de la otra parte. Todo ello con muy escasas concesiones a lo afectivo o lo sensible; y si lo hay, situándolo siempre en boca femenina, como si eso fuese reo de algún tipo de debilidad improcedente.

Quédate muy quieto, amor mío. No te muevas ni te des la vuelta, así te vendrá el sueño profundo…  Le ponía la mano en el hombro o le hacía una caricia, por si el contacto lo tranquilizaba. ¿Puedo ayudarte en algo?— A veces me contestaba “No duérmete”, y otras aplastaba el pitillo en el cenicero, tiraba de mí hacía sí, me levantaba el camisón y en seguida se introducía en mí interior de manera casi animalesca, sin preámbulos…

Él se me acercó. Dio cuatro pasos, uno, dos, tres; y cuatro —me abrazó—. Pero ese abrazo no duró nada… (No se le ocurrió preguntar por el niño…)

Me quedé mirando a Tomás un momento, no sé si con perplejidad o con ternura y lástima o bien con sorna involuntaria…  Seguía meciendo a Elisa con escasa maña…

No obstante, reiterando lo ya dicho y más allá de lo referente al sexo, se percibe a lo largo del discurso un cierto halo que impresiona de “masculinidad”, considerando esto como una característica más entre otras muchas de esta escritura, sin producir menoscabo o detrimento de la envergadura de la misma.

En resumen, resulta evidente que estamos ante una narrativa, compleja, culta y magistral, en donde a la hora de decantarse entre la dicotomía fondo y forma, se opta siempre por la última, por el estilo literario. Es decir, por una escritura de altos vuelos en la literatura de nuestro siglo y del precedente.


martes, 13 de septiembre de 2022


ÁFRICA 

RECUERDOS DEL ÁFRICA 

Yo no soy Karen Blixen, no tuve una granja en África, pero si alto voltaje en querencias, recuerdos, fotografías impresas; cuando los veranos eran los julios del Sahara o los agostos de cualquiera de las orillas del Nilo, del Congo del Níger , junto a sus coloridas gentes. Entonces todo era “normal”; no había esclavas sexuales, niños soldado, secuestradores de escuelas; no, la violencia no estaba. Y Boko Haram no era, ni siquiera, un pensamiento en la mente de los hombres.

Por aquel tiempo yo era inexperta y blanca, y los puñetazos del mundo, aún eran torpes; y viajaba y volaba de sitio en sitio, bien en falúa, o en burro, o en Toyota a 1000 por hora sin llantas, y me sumergía para lavarme en las oscuras aguas del Níger, como lo más normal. O pateaba con gusto las dunas, sin importarme la sed, ni el calor, ni el hambre. Y él me ponía turbantes y adornos, y me hacía cuantas fotos quería, para apresar mi imagen. Y, en cualquier descuido del sol, él me besaba en el cuello. Sí, yo entonces era muy joven, tanto como Molly Bloom. Y, estaba enamorada, sí.















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jueves, 8 de septiembre de 2022

 

FESTIVALES DE OTOÑO DE POESÍA

Recordando la lectura en el festival de poesía de Toledo. El sábado tuve la alegría y el placer de compartir lectura y escenario, con unos cuantos amigos y poetas como Javi Gil, Julio Mas Alcaraz, Francisco Caro y Raúl Nieto de la Torre como presentador de ceremonias. Pero también hubo otros muchos amigos que acudieron a escucharnos, a darnos un abrazo y a compartir unas cañas y conversación.  Aquí les vemos en alguna foto, que los recuerda con amor, junto a otra foto de servidora.






domingo, 4 de septiembre de 2022

FESTIVAL VOIX VIVES / TOLEDO 

Ayer en la bella Toledo, en el Festival Voix Vives con mis amigos poetas con los que compartí lectura, Javi Gil, Julio Mas Alcaraz y Francisco Caro, así como con el alma de la Errantía -Raúl Nieto de la Torre-, que nos convocó y presentó maravillosamente. Pero también hubo tiempo para sortear estrechas callejuelas, toparnos con puertas y arcos con sabores de Al Ándalus, y con el magnífico Museo de Arte Moderno, donde se expone la colección Roberto Polo, que nos dejó boquiabiertos, por su extensión y belleza. Aquí avanzo alguna imagen, pero prometo abundar en un post posterior.








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