martes, 30 de agosto de 2022

RECOLECTANDO PEQUEÑOS TESOROS MARINOS

Amadísimas gentes, aquí estoy apurando los últimos días de mar y marjales. Esta vez, me he convertido en una pajarita trashumante y trotamundos, algo asalvajada por lo morena y el alborotado pelo que tengo; también porque, entre baño y baño, camino y recolecto conchas y bivalvos y guijarritos de agujero para hacerme un collar druida o un colgante; tampoco desprecio piedras maravillosas más grandes, con líneas y círculos de colorines. Por consiguiente, vuelvo a casa como una porteadora de tesoros marinos. También me quedo loca viendo los cielos del blanco al fucsia pasando por el resto, sobre todo por las tardes/noches y entonces la emprendo con las fotos. Y lo mejor de todo es que, mientras estoy en el agua, puedo ver a lo lejos los perfiles de la Serra d'Espadà. Por todo ello, ruego al cielo para que esta playa sin hoteles ni apartamentos, tan solo con casas bajas, pueda mantenerse así mucho tiempo, para el disfrute de las almas errantes y recolectoras como la mía. Aquí una imágenes marinas.


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sábado, 27 de agosto de 2022

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Poesía e imagen en el Mediterráneo.

Todavía en los márgenes del Mare Nostrum, no puedo resistir la tentación de la imagen azul y roja de sus mañanas y atardeceres increíbles. Ahí unas fotos de experimentación y desvarío sin contemplaciones
































sábado, 20 de agosto de 2022


Recordando el poema y el premio correspondiente, del VI Certamen  de poesía Enrique Pleguezuelo de Córdoba.









lunes, 1 de agosto de 2022


RESEÑA DE YUKÓN / VESOS MESTIZOS. Por Rafael Escobar Sánchez 


Empieza “Yukón” con un prólogo del poeta y cineasta Julio Mas que es un prodigio de concisión precisa. Y es que apenas unas páginas escasas le bastan para señalar buena parte de las claves de la escritura de Marga (culturalismo, ironía, juego con préstamos léxicos, técnicas compositivas de desarrollo no lineal del texto como el “collage” o la yuxtaposición… incluso referentes literarios que van de los vanguardistas de principios de siglo a Olvido García Valdés), una ayuda valiosísima para manejarse como lector por una escritura que rechaza los lugares comunes con esa autenticidad en que la “heterodoxia” no es un gesto decidido ni antemano sino la expresión de una singularidad espontánea. En efecto, ese “culturalismo” de Marga es experto  en hibridar imaginarios culturales que parecerían a priori imposibles de asociar, algunas de sus estrategias de composición del texto parecen remitir a los “Novísimos”… cuyo eco puede asomar en momentos puntuales como un “Ragtime”, poema sobre Billie Holiday que parece remitirnos a aquella “canción” de homenaje que aparecía en “Extraña fruta”.

En algunos poemas es notable la mezcla de delicadeza y desconsuelo que se acoge a un tono no explícitamente elegíaco (“La chica danesa”), una singularidad que hace que la alusión a Marinetti en “Poetas en la nube” no parezca nada casual en cuanto que la autora enuncia su personal “matemos el claro de luna” ironizando sobre los tópicos líricos fosilizados por la tradición y que persisten incluso en los formatos “posmodernos” en que hoy se nos puede ofrecer la poesía.

Lo lúdico, el jugueteo fónico, no resulta nada “frívolo” en cuanto remite a un subtexto oscuro de incomunicación frente a los demás (“Mandala”), de incapacidad de manejarse sobre un terreno mutable, donde toda solidez es pura apariencia, del propio idioma (“Octubre”) que se siente como una agresión (ese “el vandalismo del verbo”). Hay un extrañamiento que impide a la vez mostrarse y ser comprendido, la identidad personal como un proyecto frustrado a pesar de que en algún momento se afrontó con la audacia de los antiguos aventureros a los que también alude Mas en su prólogo (“Delirium”). El yo personal es un logro y no un don, resultado de un coraje en que se rechaza el falso confort de lo convencional para rastrearse a uno mismo entre una indefensión violenta. Justo lo que hace su palabra esquivando los caminos trillados. Y así la creación de la identidad personal y la poética confluyen, son el resultado de una disconformidad voluntaria y coherentemente elegida (“Naked. Talking heads”).

Me parece un tema esencial del poemario el de la suplantación de lo vivo por su representación, por un mundo de imágenes tecnologías en que el pálpito de lo real es un simulacro (“Moria”). De ah´, y como revulsivo, la dimensión mitológica que alcanza un espacio como “Yukón” (casi más certeramente dibujado en “Inuit” o textos como “Aconcagua” que incluso en el poema titular), naturaleza limpia, inocente de puro despiadada, en que han fracasado las ambiciones de dominio del hombre y solo queda reconocerse como una criatura más de toda la comunidad vital de lo frágil (“pronto renaceremos limpios/por toda vecindad: bayas azules/somormujos). Ese palpar la propia realidad sin imposturas, reconociéndose en lo telúrico y lo no convencional, da sustento definitivo al sueño de identificarse finalmente a uno mismo (“conocer reconocerse/soy un abismo puesto en pause/I am me pertenezco/la sombra ha salido de lo oculto a lo visible/y el techo se abre solo a mi raza/no encuentro el cuerpo-me han separado del mundo/solo el sonido me sostiene/el sonido me sacó las plumas”, se afirma en los versos finales de “Danzas mapuche”).

Se apuntan antítesis dolorosas entre la constatación de la miseria y una fabulación paradisiaca que no hace más que confirmar el carácter utópico de la lucha por la dignidad (“Sobrevivientes”)… ente la sensación de impotencia de quien lo contempla (“descansen/estiren los cartones    son libres/yo soy una voyeur”). Lo intertextual no es un ejercicio imitativo sino una reinvención original de algunas de las cualidades estéticas más definitorias de los referentes elegidos. Así, su “Aullido” tiene la densa irracionalidad alucinatoria de la imaginería de Ginsberg pero reconducida a preocupaciones íntimas como la crecientes deshumanización social (en que se han socavado lo imaginativo, lo creativo o la propia expresión espontánea de las emociones), la grosería soberbia de los violentos (“El mundo tiene forma de rifle”) o la posición vulnerable de la mujer que requiere ese esfuerzo de cohesión identitaria que a menudo se define como “sororidad” y una piel nueva creada en la negación de los tópicos indulgentes (“no importa no importa/tú ojo ve más allá del rosa_pastel de las televisiones/en femenino plural/sempre muller, toujours femme sempre donna”, se afirma en “Donna”)que apuntalaban un modo más sutil o “blando” de machismo.

Finalmente, es muy sugestivo el tono de fantasía luctuosa que logran poemas cmo “El marinero”, en que la voz poética, como la “amortajada” de María Luisa Bombal, parece estar registrando las percepciones sensoriales que pasan por una mente detenida en el duermevela de la vida que se apaga y la nada que ya se intuye.

En definitiva, Marga es una poeta diferente. Siempre lo ha sido, sin temor a suscitar extrañeza o quedar arrinconada en márgenes aún más periféricos de los que de por sí aguardan a los escritores que ya nunca jamás harán “neopoesía”. Y en “Yukón”, tierra donde lo vivo recupera su literalidad frente a lo virtual aunque sea pagando el peaje de no poder esquivar lo que duele, ha trazado la, hasta ahora, cartografía más firme, más decidida, de todos los signos identitarios de su singularidad.