Y ya, de vuelta de la presentación de “la tara y el don” de Esther Peñas imán, y digo imán y digo bien, pues ese es el don de atraernos a su tela amorosa de esta pequeña/gran poeta, que hoy ha llenado hasta el altillo la Cafebrería, bien flanqueada por las escritoras Tere Susmozas y Emilia Conejo. Ahora me apresuro a leer este libro que promete asombro y verbo de altura, y sobre todo amor, marca de la casa siempre. Larga vida al texto, amiga.

 

Hola gentes de la poesía y más: Desde el Peloponeso, fotos de la vieja Micenas (3000-2500 a. C.) patria del rey aqueo Agamenón y de Aquiles, terror de los troyanos (según Homero). La acrópolis se rodea de murallas ciclópeas, y se entra por la mítica Puerta de los Leones (1250 a. C.), hecha de enormes bloques y un dintel de 20 toneladas. Escribieron en griego arcaico (sobre tablillas) anotaciones sobre lana, aceite, vasijas, especias, aromáticas, y documentos fiscales. Su divinidad era la Señora de las mieses. En la acrópolis estaba el palacio real, la corte, lo militar, y el santuario. Fuera: las viviendas corrientes, y unas cuantas tumbas de cúpula con cámara circular. Destaca la tumba de Atreo (1250 a. C.).

“Las bellas pequeñas cosas del Manzanares”.

Hoy he visto a mis vecinos pasear y aplaudir entusiasmados ante el concierto organizado en la ribera del río, así como jalear, alborozados como niños, a las ovejas que marchaban de la Casa de Campo hacia Ciudad Universitaria. Es emocionante ver a la gente disfrutar de las pequeñas cosas, que ocurren a los pies de este pequeño pero viejísimo río, donde también lo hacían nuestros convecinos neandertales junto a caballos, elefantes, y ciervos, allá donde no alcanza la memoria, según cuentan los arqueólogos.

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