domingo, 9 de enero de 2022

 

YUKÓN: LA POSMODERNIDAD DE LA POSTMODERNIDAD    

         Tiene Marga Mayordomo, poeta natural de Madrid, la valentía de los exploradores de finales del XIX. Como ellos, no tiene miedo a introducirse en las junglas más impenetrables y, con el espíritu de quien pisa un terreno por primera vez, y con el bagaje de una larga experiencia, se atreve a caminar por senderos solo aptos para los más experimentados.

Ya en su anterior libro, Pájaros Tatoo (2018, Cuadernos del Laberinto), la poeta daba señales de querer explorar territorios poco convencionales. Al rigor y dominio del lenguaje propio de una alumna de Olvido García Valdés se le unía un componente rebelde, visible en diversos poemas y algunas formas de anotar los poemas. Con Yukón (versos mestizos) la poeta da un salto hacia adelante arriesgado y valeroso.

Si alguien daba ya por muerto el posmodernismo poético, con el cadáver de Ashbery frío desde hace tiempo y con los nuevos usos poéticos basados en la escuela de Instagram y otros nudos sociales, Marga viene a pegar un golpe sobre la mesa para despertar a quienes dormitan alrededor de la poesía y señalar a cada uno como quien despierta a un niño arrojándole un jarro de agua fría.

No hay concesiones en el Yukón. La supervivencia no se garantiza y exige de un esfuerzo constante. No es un territorio para salir a pasear al perro, porque los osos se lo pueden comer. Aquí se ha de caminar armado y con un claro instinto de supervivencia.

Decía el poeta David Antin, en el Desmembramiento de Orfeo, que uno tiene el posmodernismo que se merece, pero Antin escribía desde los 80, surfeando la ola de riqueza financiera y ajeno a la existencia del minotauro llamado Internet. En realidad, nadie merece pasar por la situación que atraviesan las mesas de libros de poesía por graves que sean sus pecados, y somos afortunados de  contar con exploradoras valientes como la poeta.                                                                

El posmodernismo de Mayordomo contiene elementos clásicos. Es juguetón, es abierto y es disyuntivo en su organización de una sintaxis heterogénea y no lineal. Tiene algo anárquico y disperso, juega con el lenguaje escrito a través de signos y modificaciones a la Apollinaire y le gusta lo metonímico. Es un verso respirado frente al verso métrico, con estructuras que se contraen y expansionan, la poesía un proceso y un resultado.

Dentro de ese juego, un elemento característico de este libro es el uso de otras lenguas y extranjerismos, como si el lenguaje fuera uno solo, alejado de aduanas y pasaportes:

             (qué reverenda locura todo esto) nadie me oye  /                                                                                         mamma  mami  mor /                                                                                                                                   maminka: take-me home    

 quiero estar sola                                                                                                                         mùa-thu / autumna / autumn

             Dice la poeta que todas las lenguas le traspasan el vandalismo del verbo, y así explica el uso del lenguaje en cualquier idioma y momento.

Desde esa misma orientación se entiende la mezcla con referencias culturalistas, al que le acompaña un enfoque irreverente y desenfadado: 

            mis pobres locos Aquiles Hanifa Ibrahím 

           ¡ah! las energías las energías                                                                                                                      universos paralelos en la fiesta de Neptuno             

La propia poeta anuncia que todo es incierto y su capacidad para avanzar sobre este terreno puede verse en numerosos versos, muchas veces aderezado con un fino sentido del humor:  

hacia la posibilidad de un cielo (sin vagalumens)                                                                      bajo la media-luna                                                                                                                    verde el Euribor

La intertextualidad también abunda en numerosas páginas:

            Marinetti enarbola la cruzada futurista con su hashtag: “desalójense las momias del umbral de              lo futuro” |

            La referencia a Marinetti no es casual, y el uso del collage se puede observar en numerosos poemas, en los que también se vislumbra a Pierre Reverdy y a John Ashbery. La dislocación textual es abundante y se complementa con yuxtaposiciones.

Y, sin embargo, en muchos otros gestos, podríamos señalar que la poeta está en la posmodernidad de la postmodernidad, alejada del lenguaje como objeto ilógico, del desprendimiento semántico pleno y de la dicotomía de las definiciones conclusivas. Hay muchos momentos líricos:

            sobre este cuerpo inseguro que bracea                                                                                                          entre dobleces de un vestido

Hay metáforas clásicas:

            el mundo tiene forma de rifle                    

las feas nalgas de la vida

 Hay también imágenes nítidas:

            y sin embargo__ el mundo sigue                                                                                                                   en la pupila amarilla del lobo

Y finales rotundos:

          “hierba de primavera” es mi nombre no sé dónde crecer                                                                              y tú __lo sabes?

 Incluso trata temas clásicos de la poesía, como el tempo fugit:

             nos amamos                                                                                                                                                   éramos jóvenes y estábamos nuevos                                                                                                              podíamos con las notas más altas                                                                                                                 eran los días de sol en que los niños vestían de tul  

 Y existe  una preocupación clásica por el yo, alejada de impersonalismos, que se define de diversas maneras a lo largo del poemario: polvo de estrellas; yo soy una valquiria; yo soy una voyeur; soy un abismo puesto en pause; y que se resume en el verso: I am me pertenezco. 

Marga Mayordomo se pertenece y, con el descaro propio de la madurez, transciende los límites clásicos y previsibles de la posmodernidad para crear su propio universo lírico, único, intransferible, en el que cabe todo lo que desea y nada parece superfluo o gratuito. Su collage es un falso collage. No está en la línea de Max Ernst o Kurt Schwitters, y mucho menos del Europe de Ashbery. En una primera lectura las piezas parecen no encajar, pero es solo un problema de perspectiva. La poeta sabe donde coloca cada fragmento e intertexto, y sus manos tienen más de orfebre que de repartidor de suertes. Decía William Carlos Williams que el propósito del poeta debe ser hacer de sus palabras una nueva forma. Con ese objetivo, Mayordomo recicla el collage y reivindica la alta poesía, arriesgada y lírica, y lo hace en cada verso, algo real, desmembrado como el mundo que vivimos, pero auténtico.                                                                                                                                           JULIO MAS ALCARAZ

 

 

 

 






 


 

Queridos todos y muy amados, mi corazón está dando saltos, como un pajarito adolescente, porque ya está naciendo mi nuevo poemario “Yukón”, como el gran río del Norte, entre Canadá y Alaska. Pronto será bautizado/presentado en cuanto el Covid se apiade de nosotros. Mientras os dejo un poema del anterior “Pájaros tatoo", de Cuadernos del Laberinto.





jueves, 30 de diciembre de 2021

martes, 28 de diciembre de 2021



JULIETA VALERO, MITAD. VASO ROTO 

LUCIDEZ Y EXIGENCIA DE LA LENGUA

    No es este libro “Mitad” de Julieta Valero, un texto donde se tenga que vadear en la hojarasca para intentar un comentario. Muy a la inversa, hay carnalidad y una poderosa lengua donde agarrarse. Ciertamente no es un camino amable; requiere de atención de esfuerzo sostenido para adentrarse en el bosque y no perderse. A veces encuentras rocas, bifurcaciones, hay que dar algún rodeo, recomenzar la lectura, pero la recompensa está a la vuelta mostrando una forma diferente de ver el mundo, incluso hay palabras ignotas, que se van inventando. Y, no obstante, entre las veladuras de la lengua intuimos el daño, la violencia del cuerpo.

 El libro a primera vista semeja una gran yuxtaposición de piezas poéticas engarzadas por el hilo de la perdida, donde lo experiencial se va conformando en un afrontamiento de la ausencia, para después hacer recuento y finalmente vascular hacia la aceptación, no exenta de rebeldía.  

 [No somos de lo que queda somos / de lo perdido. / Haberlo entendido antes ] 

[Todo este niágara de violencia, de / soledad por recorrer.]

[Vamos a necesitar mucha agua. / Queremos ir.]

[Asumo entonces que el seísmo / de mi golpe en la mesa solo / puede esperar verdades / como posos; ese daño, (…)]

          

    Su poesía es una escritura sin aderezos (no los necesita), alejada de la claridad comunicativa de la emocionalidad y de lo beatíficamente positivo. Es un lenguaje a la intemperie, sin concesiones al establishment. El verso, con frecuencia en primera persona, es ágil y amétrico, con distorsión de la sintaxis, encabalgamientos abruptos, palabras elididas, finales no conclusivos, etc., que nos enfrentan a situaciones enigmáticas, paradójicas, ambivalentes, de puertas abiertas, en definitiva:

 [cada uno de nosotros una comicidad]   

[Qué me aterra tanto / de qué lado del pecho / queda el afuera]

[Se firma el ras de la hija. / Sin mano, en entrega neta, /      y aún así.]

[esta frase la escribe otra / pero es mi mano. Se tiemblan.]


    Su tono es ácido, reflexivo, y escéptico, pero también hay calidez y lirismo en muchos de los poemas; en especial cuando afloran las palabras fetiche, que apantallan grandes significantes como: hija, casa, amor, pan, familia levadura, olor a niño.  

 [sale decir A-Amor, se tartamudea / acantiladamente porque nace imposible / o no es.]  

[Quiere tener siete años y a la mesa / familiar, tras la carne, amontonar migas, ]

[El entusiasmo de la niña es- el mantel del mundo una y otra vez-vuelto a tender. (…)]

[Alguien la encuentra, frota el moho, / me pronuncia: no soy / una lengua muerta.]

[Tajmajálico, soberbio de sí /en el concepto y la piel./ Un amor coloquial con los astros.]


    Con todo esto, este poemario se consolida como una obra original y arriesgada, donde un lenguaje indócil y poco asequible es capaz, sin embargo, de sumergirnos en la idea de ausencia, de fractura, de dolorimiento de la vida.